Ahora andá y viví,
que yo siempre amé
tu locura.
Conocí a una diosa de los sentidos, una diva profunda, una incomprendida como yo.
Me enamoré de sus maneras de proteger, de sus canciones que encajaban en mi vida, de su vida que matizó sus colores de inmediato con la mía, existiendo la posibilidad de odiarnos. No, eso jamás sucedió, valíamos más que eso, y necesitábamos a alguien.
Tantas veces la ví caer, y subimos en una nube y volamos por los jardines de todos los sentimientos, y tomamos en fiestas, y hablamos en parques, y nos reímos hasta llorar.
Conocí a una diosa imperfecta que se cayó en mi mundo, y se robo todos mis males, para convertirlos en humo, en humo y el olvido. Me robó la mitad de mi alma, y se la lleva a donde va, porque sabe que cuando la necesito llegará en su nube de colores infinitos, una sonrisa aterrizando, un par de telarañas en sus oidos, cansados de escuchar este mundo, y me salvará de él, una vez más.
Conocí a una señora dueña de la vida, tan dueña como yo, tan parecida a mi como un reflejo distorcionado, tan amante de la amistad que logramos amarnos, aquí, en mi mundo y en nuestro universo.
Un par de brujas, con sus realidades retorcidas. Felices como nadie podrá serlo.
Te ví con la mirada perdida y con un cigarrillo entre tus dedos hecho cenizas. Te hice una caricia una caricia en la mano, te sonreí y me dijiste "nos vamos".
Ninguno de los dos tuvo que especificar a dónde, ni siquiera tuve que contestar. No era una pregunta, era una orden.
Caminamos unas cuadras en silencio mientras yo jugaba a no pisar los bordes de las baldozas de la calle y no me atreví a levantar la vista ni una sola vez. Un cruce de miradas con vos puede significar demasiado, y eso te asusta, te hizo huir muchas veces. Ya lo aprendí.
Llegamos. Empujaste la puerta, y me hiciste señas para que entrara.
Automáticamente, al pasar por esa puerta, nos transformamos. Te hice un chiste que respondiste con otro en medio de una risa contenida, empecé a sacarme la campera mientras caminábamos por ese pasillo que tan bien conozco y que aún en penumbras puedo atravesar sin problemas, llegué adelante tuyo a la última puerta, me empujaste suavemente contra la pared y me sacaste la remera, me acariciaste el pecho, la espalda, me besaste la panza, la cintura, subiste por mi pecho y me mordiste suavemente el cuello. Y me abrazaste.
Te di un beso en la frente y me corrí para que hicieras los movimientos de siempre: poner la llave, girarla dos veces a la derecha, patear la puerta, empujarla y
Welcome to heaven and hell -dijiste.
Este mundo es una mierda, no se puede confiar en nadie. Por donde lo mires alguna persona te hace la vida imposible, otra persona que consideras amiga te arruina los planes, otras te dicen las cosas tarde y otras te mienten. No es un lugar para esconderse ni encerrarse, pero tampoco es un lugar en donde desenjaularse como pájaros salvajes.
No tengo a quien contarle las cosas porque nadie quiere escucharme, esa es la verdad. No tengo quien me aconseje ni quien cumpla sus palabras. Cuando te necesitan, te hablan, y pocos de los que te conocen realmente pueden deducir cuan mal estás después del dolor.
Quizas la palabra soledad ya no me afecte.
El tiempo cura las heridas, pero este mundo sigue siendo la misma porquería que ya no se ni para que lado va. Y te juro que un dia voy a colapsar de odio y les voy a decir a todos, uno por uno, todas esas cosas que me estoy guardando hasta ahora, sinónimos de tóxicos en mi alma.